-Orfeo-
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    Thursday, September 29, 2005

    Nacimiento | Sin mirar al cielo

    Según la leyenda Orfeo era un semidiós Olímpico. Recibió de su padre Apolo, una lira fabricada por Hermes-Mercurio.

    Orfeo se enamora de la ninfa Eurídice, pero ella desafortunadamente, huyendo de alguien que se la quiere... es mordida en su pie por una serpiente y muere al instante.

    Orfeo lleno de tristeza va al infierno, y allí empieza a cantar con su lira, lleno de tristeza le ruega a Hades, dios del bajo mundo y a su esposa Perséfona, que le permitan a Eurídice volver al mundo de los vivos.

    Es tal la dulzura, la tristeza y la sensibilidad con que Orfeo entona los más dulces cánticos que Hades llora lágrimas de acero y su esposa le convence, para que deje en libertad a Eurídice para que vuelva a la tierra, pero con la condición de que en ningún momento voltee a mirar dónde viene ella hasta tanto los dos no sean tocados por el Sol.

    Orfeo se va adelante cantando y cantando, pero le va entrando la duda si realmente su compañera viene detrás él.Cuando finalmente están saliendo a la luz del Sol, no aguanta más la curiosidad, la tentación de saber si ella viene y voltea a mirar en el momento en que ella iba a ser tocada por los rayos del Sol.

    Cuando él la mira, Eurídice comienza a desvanecerse y regresa al infierno.

    Ya de nada valen las lágrimas ni las canciones de Orfeo ante Hades y Perséfona, entonces regresa al mundo de los vivos y promete no volver a amar nunca más a ninguna mujer.

    Esto hace que otras ninfas al ver que ese hombre tan sensible y místico no acepta el amor de ninguna de ellas, lo ataquen, lo destrozan y arrojen su cabeza y su lira a un río.

    Monday, September 26, 2005

    Blogseries | De los labios de una tormenta

    Cada día me convenzo más de que existe el “eterno retorno”, que las cosas “nunca son como parecen” y de que “somos esclavos de la causalidad”.
    De alguna forma, si supiéramos hacia dónde correr, no pasaríamos tantas veces por la misma esquina.
    Si elaboráramos con suspicacia nuestras verdades, la probabilidad de estrellarnos contra el mundo sería menor.
    Y si aprovecháramos que somos, al mismo tiempo, el director, productor y protagonista de nuestra propia película, desde luego, tendríamos a lo más excelso frente a la cámara.
    Por supuesto, con un excelente guión de por medio que, a manera de cometa, fuera elaborado con la suma de sueños a renglón seguido, para que cada minuto sea memorable por no decir mágico.

    Hace rato no veía llover en Bogotá con tanta opulencia, las gotas por poco y a traviesan los vidrios de las ventanas. Mi gato estuvo tan asustado por los rayos y los truenos que prefirió pasar toda la tarde en mi cuarto. Él, tan sobrio como yo, se colgó de las cortinas, se subió en todo menos en mi cabeza y a lo lejos trato de pegarme un puñetazo con su pata (feliz).

    Yo, a pesar de que no salí ni a la esquina, siento que aproveché el día. Boté algunos papeles, organicé unas cosas y le di tiempo a algunos “videos” que tengo en la cabeza. Menos mal todo lo que necesité llegó hasta la puerta de mi casa, porque Mahoma se está cansando de ir siempre a la montaña. Algún día las cosas tenían que cambiar…

    Sunday, September 25, 2005

    Promesse | Next time, la prochaine fois


    Anoche estuve con las “celebridades” de la blogocity en el cumpleaños número 28 de Legalv o, bueno, de Leonardo. Allá estaban los `Pornotol´ y la gente linda de los Bbs.

    Más o menos, si bien recuerdo, no iba a Escobar desde junio de 2004. Ahora hay un sótano, la verdad no muy amplio, en donde se concentra -en otras cosas- la mayor energía de la rumba. Aunque según observamos con Surfer, algunas de “sus primas” se divertían de lo lindo a eso de las 2 a.m. en la parte superior de la escalera. Conmovidos por el ángel de estas lindas “primas” estuvimos a punto de intervenir, pero el consenso del grupo había decidido seguirla en Púrpura.

    A esa hora, luego de despedirnos más que borrachos, Patton, Hoffen, Winter and I nos fuimos pa´la casa o, bueno, yo me fui pa´ la mía. Me hubiera gustado ir al sitio preferido de la señorita Veleta, pero ya no cargo las tarjetas (después de tanto fiasco) y pues en la billetera sólo tenía lo del taxi. En la próxima “blogoaventura” los acompañaré.

    Saturday, September 17, 2005

    Blogseries | La impaciencia del corazón

    Desde hace un año decidí estar solo, porque mi autonomía reclamaba sus espacios y la costumbre pedía su ración de muerte.

    Aunque con Cata todo el amor del mundo cabía en mi casa, necesitaba un tiempo para la disidencia entre lo que era y lo que quiero ser.

    Cata está ahora en Londres haciendo su maestría. Yo vivo en Bogotá City, en un antiguo edificio, en el último piso, en un apartamento decorado de forma extraña. Trabajo en lo que me encanta y soy el dueño de mis palabras insólitas, de mis actos desmedidos que oscilan y deliran en el estrago de la inhibición y de las situaciones en llamas.

    Acabo de llegar a mi casa y tan pronto veo a Doctor me acuerdo que se me olvidó dejarle qué comer al pobre gato. Otra noche por fuera y lo mato. Tengo los ojos rojos del sueño. Debí ser más compasivo con mi humanidad y santificar el viernes. Descansar. Dormir. Pedir domicilio. Desconectar el teléfono. Pasearme en boxer por todo el apartamento hasta llegar a la nevera. Vivir como el Doctor. Despreocupado por las noticias.

    Esta semana fue como flamear en alma ajena. El lunes encontré a mi tercer homónimo. Coincidencialmente, los tres (El peruano, el chileno y yo) somos coetáneos y trabajamos en proyectos similares en nuestro “tiempo libre”. ¡Qué pequeño es el mundo!

    El jueves me vi con Lore, después del cumpleaños de Mutarte, y el viernes, pues, se prolongó hasta el mediodía de hoy. El mustio sol de septiembre parece estar más a mi favor que en contra. ¿Habrá llegado la hora de aproximar el corazón a la tierra?

    Este blog cada día se parece más a mi casa. Algún poema malogrado como picaporte, una docena de palabras venenosas en la nevera, valoraciones injustas en el cajón del estudio, imágenes irreconocibles en el cuadro de la entrada y un edicto que, en las primeras líneas, sentencia que el pasado quedó al otro lado de la puerta, donde deberá quedarse para siempre, fabricando el guión de su próxima película.

    Un afectuoso saludo en estas fechas y recuerden que si existe el amor, es un instante de sexo detenido.

    Thursday, September 08, 2005

    Blogseries | A través del vidrio

    Acomodé mi PC para escribir mientras miro la ventana y lo que se ve a través de ella. Son las 2:37h en Colombia y la luna no ha salido. No sé si va hacer huelga, preciso hoy que quiero verla. O se va hacer de rogar. O saldrá hasta que esté segura de que duermo. Vamos a ver quién gana. Ella, que se resiste, o yo con poco sueño y con el deseo caprichoso de invitarle unas palabras a palo seco.

    Hoy, voy a escribir con la máscara del tedio, la tenía en una maleta en uno de los compartimentos de mi clóset, para sacarla en una semana como esta. Donde el martes, el miércoles y el jueves parecen lunes. Cuando ni siquiera tu madre da un peso por vos. Donde ni con los dos ojos abiertos podés darle con un balón al muro que está enfrente. En fin, una semana extraña de esas que informan que “algo anda mal”. Sin embargo, me preguntó: qué anda mal, si todo estaba tan bien.

    Voy a la cocina, me preparo un café que sepa a café, miro al Doctor y le pregunto qué está mal. Me mira como queriéndome decir “estás muy jodido, si me lo preguntas a mí”. Lo levanto y le digo: “Doctor, el sábado hay que bañarlo ya huele a feo”. Él otra vez me mira y salta al suelo.

    Cojo la taza de café y mi nueva especialidad: sándwich con jamón y harto queso para untar, y me voy a la sala. Me siento en mi silla favorita y por un momento todo parece perfecto. Me olvido de Katrina, del informe de pobreza de la Onu, del nuevo partido de Uribe, del recibo de la luz que debo pagar la próxima semana, del celular que ya está sin batería, de que el sábado tengo que bañar al Doctor. En fin, me olvido de casi todo menos de mi nombre, de que mañana tengo que irme de corbata y de que después del almuerzo tengo una reunión importantísima.

    Con pequeños bocados me termino mi sándwich, me pongo de pie y camino descalzo hacia el computador para seguir escribiendo, pero lo único que me salen son babas. Muevo el mueble donde tengo mi PC y lo pongo esta vez contra la pared, lejos de la ventana. Me siento de nuevo y ahora sí no hay quién me pare. Las ideas fluyen como el café en mi garganta. El problema era la ventana.

    A través del vidrio alguien mira nuestro blog con el mismo sigilo de un felino. Consume el último post y se atraganta con los primeros. No comenta, no hace absolutamente nada. Sólo usa el ratón para ojear qué pasó en nuestras vidas. Abre la puerta y la cierra sin dejar una señal que estuvo aquí, devorando un “recorte” de una vida ajena, a veces similar otras veces muy distante. Quizá no quiere que sepan o no le conviene cruzar algunos dardos. Qué se yo. Estoy partiendo de supuestos.

    Imagínese que en el contador de su blog aparecen, por ejemplo, 20 visitas y en su último post sólo tiene 2 comentarios. ¿No le encantaría saber por qué los 18 restantes no comentaron?

    Sólo por botar algunas ideas, qué pasaría si aquella niña que siempre le ha fascinado abre un blog. O en caso opuesto, en el de ellas, qué harían si el tipo que siempre les ha gustado abre un blog. ¿Creen que se puede conocer más a alguien por lo que escribe?

    ¿Cuál celebridad le gustaría que tuviera blog? ¿Por qué le gustaría para putearlo, para conocerlo, para comentarle en cada post?

    Gracias por visitarme y por conocerme un poco a través del vidrio. Sé que estoy bastante preguntón, pero les agradecería mucho a los que “tuvieran la amabilidad” qué digo la gentileza de responder mis humildes cuestionamientos.

    Buena noticia: Salió la luna. Ahora si me voy a foquiar. Escribí bien ¿cierto?: Por un momento pensé que se escribía fuckiar, pero recordé que es un verbo que hace rato no conjugo. Eso pasa cuando se llevan varios meses de escritura con muchos formalismos.


    Saturday, September 03, 2005

    Septimazo by blog

    La carrera séptima atraviesa a Bogotá de norte a sur y la llena de un tornasol inigualable. Une a ricos y a pobres a través de una cabuya de cemento, que ha sido desde su construcción parte de la historia bogotana. Ha lidiado con revueltas, con manifestaciones, con carreras ciclísticas, con caminatas y con desfiles militares.

    Aunque los vestigios de su deterioro saltan a la vista, sigue siendo una vía principal por la que se puede conocer el lado Este de la capital colombiana.

    El Centro, de la séptima hacia arriba, siempre me ha parecido fascinante. Contrario a lo que muchos cuentan, me parece un sector seguro o humanamente manejable. Claro está, todo depende de la hora, de la calle y de saber manejar las situaciones. ¡Ah! y por supuesto de no dar papaya.

    Si empezamos el septimazo desde la Casa de Nariño, veremos a militares a lado y lado, pendientes de cuándo usted va sacar la pistola, que tiene debajo de la chaqueta, para atentar contra los padres de la Patria. También veremos caminando con cero stress a corbatudos y minifaldudas chupando cono a la hora del almuerzo.

    Cuando lleguemos a la Plaza de Bolívar, tal vez nos encontremos que en el ojo derecho de la estatua del Libertador corre mierda de paloma y que varios “adultos mayores” dedican la tarde a lanzar maíz al suelo, para que estos animalitos tengan qué cagar.

    Por eso, pasar por la Plaza de Bolívar es divertido, pero a la vez peligroso. Uno no sabe cuándo va recibir una arremetida desde el cielo o cuándo puede cruzar la plazoleta sin recibir decenas de maíces en la cara. Aunque se especule que es de buena suerte recibir plastas de ave, prefiero seguir por los caminos de la causalidad.

    Caminado hacia el norte pasamos por la Catedral, donde recibí el bautismo (¡válgame Dios!), como todo un cachaco, ala. Ahí podemos hacer un break para irnos a la Puerta Falsa a tomar chocolate con almojábana o aguépanela con queso. Luego de semejantes viandas propias pa´ este frío, podemos continuar con nuestro, hasta ahora, agradable septimazo.

    Vendedores ambulantes veremos muy pocos, por las medidas que implementó la Alcaldía para recobrar el espacio público, sin embargo por ese sector hay mucho comercio. Grandes cadenas de ropa informal, joyerías, hacía la parte de arriba, y uno que otro payaso promocionando el menú del día. “Siga bandeja con pollo y almuerzo ejecutivo” o “Sí hay bandeja paisa, si hay sobrebarriga…por tan sólo tres mil pesos”.

    Al llegar a la Avenida Jiménez o Calle 13, el panorama cambia. A la derecha está Citytv, la plazoleta del Rosario, Antifaz, Escobar y Rosas, en fin… A la izquierda algunos ministerios y entidades públicas. En frente está la estación del Museo del Oro del “Transmi”, como siempre “retetiada”. Uno que otro vendedor de minutos a celular con chaleco azul y con un letrero en cartón que dice “Minuto celular $400”.

    Debo anotar que los buses de Transmilenio milagrosamente logran pasar la séptima, pues algunos vehículos oficiales ocupan la mitad de la calle.

    En la otra acera está el Banco de la República. Nunca pude que Miguel Urrutia me regalara un billete de colección. En fin…comentario suelto. Unos 20 pasos más allá estará un tipo encaramado en una banca, maquillado hasta las pelotas y con un tarrito en el suelo. ¡Ahh! y totalmente congelado, inmóvil.

    No crea que este tipo de manifestaciones son propias de esta sociedad del rebusque. No, señor. No, mi señora. Hay “estatuas humanas” hasta en las mejores familias y en casi todos los países. De hecho, en América Latina prolifera este tipo de trabajo, que algunos postmodernistas han considerado “arte callejero” o “estatuismo”.

    Entonces, si le nace y no se queda sin pa´ el bus, regálele una monedita al señor. Es posible que como agradecimiento, haga una extraña pirueta que, sin pensarlo, le saque una sonrisa. Sí, a usted que anda con cara de revolver por la séptima.

    Si aceleramos un poco el paso, para evitarnos que alguien nos pida plata y tengamos que decirle mentiras “No, es que sólo tengo lo del bus”, cuando en la billetera llevamos medio sueldo, veremos a Miguel.

    Miguel Ángel es un señor de aproximadamente 50 años que es invidente desde niño. Los jueves, viernes, sábados y domingos sale a la calle a tocar un viejo acordeón, que por su estado supongo que tiene más de 30 años. Lo digo porque parte de su caja se ve averiada y… bueno, por otras pistas.

    Siempre que pasó lo veo con su gorro de vaquero, sentado en una silla igual de vieja a su profesión. En sus manos el acordeón y alrededor de su cuello un aparato que sostiene una dulzaina.

    En realidad nunca me he quedado a contemplar sus melodías. Comparado con el vallenato y el restregón que ponen en la disquera de al lado, estoy convencido que la música del viejo es una hermosa sinfonía.

    Ya hay que caminar con ganas, porque varios maleantes están rondando, para hacernos la vuelta. Qué digo hampones. Ya parezco el General Mora llamando a la guerrilla “facinerosos, bandidos”.

    Pasando la 19 contemplaremos una habita de delincuencia ni la hijuemadre en la plazoleta que está al lado de Telecom. Eso vaya como si nada. La cosa no es con usted. “El que nada debe, nada teme”. Sin embargo, camine ligero que no viene carro y no dé papaya. Es el undécimo mandamiento, recuérdelo.

    A la izquierda están los puestos de revistas y de libro usados, el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, la Cinemateca, las tiendas de artesanías y lo cinemas. A la derecha tiendas de comidas rápidas (sándwiches), fruterías, un billar y el centro comercial gay Terraza Pasteur.

    A pocos metros está la Torre de Colpatria. Nunca he subido. No le temo a las alturas, pero prefiero ver la ciudad desde la Calera; me parece que se ve más bonita, más imponente.

    Imagino que algún día subiré a la Torre. De hecho, Natalia, una amiga de la universidad que trabaja allá, me invitó un café un día de estos. Vamos a ver cuándo sacamos un tiempito.

    Como buen guía debo detenerme para decirles que en la calle 26 se une la “pésima” con la “sétima”. En este sector hice mis primeros congelados y barridos fotográficos, cuando estaba en primer semestre. No es por nada, pero quedaron bacanos. Soy bueno para eso de la “jotogragía”

    Ya vamos a llegar al Parque de la Independencia, para los que necesitan descansar un poco. También vamos a llegar al Planetario, para los que quieran ver las estrellas. Esto avizora otra Bogotá, más bancaria y entre comillas “intelectualoide”. Señoras y señores, después de la Plaza de Toros, hemos llegado a la Maca, a la Macarena.

    Este sector es una mezcla de buenos restaurantes, sitios de salsa y de son cubano. En arquitectura lo único que conozco son las Torres del Parque. Un conjunto de apartamentos, donde han vivido la mayoría de escritores, pintores, escultores y todos esos “genieciellos” que ha parido nuestra patria boba.

    Algunas casas de este sector son patrimonio arquitectónico al igual que las de la calle 66. Hasta donde sé creo que fueron construidas hacía los sesentas y tiene el mismo corte inglés, a diferencia de la Candelaria, donde predomina el toque español.

    En la calle 34 está El Gabinete, sitio oficial de la segunda parte del TOLM, y al otro lado está Ecopetrol y la sede del partido aquel. Estamos a punto de cruzar el Parque Nacional y llegar a la Javeriana. Upss, nos pasamos el Museo Nacional y el Downtown, rumbeadero de Víctor Manuel ¡eeeeeeeehh! Olvidemos eso y sigamos que esto va hasta allí no más.

    La última parada es la Javeriana. Universidad conocida popularmente como Segunda Guerra Mundial, porque empieza en la 38 y termina en la 45, donde finaliza el famoso septimazo. En tiempo de ciclovía y de Bogota Despierta puede echar quimba y pedalazos hasta donde encuentre pared porque “…al lado del camino (siempre) es más entretenido y más barato”.
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